JALIL RENUEVA SU GABINETE CON FIGURAS SIN DESGASTE POLÍTICO

Con cambios en el Gabinete, Jalil apuesta a una renovación joven y sin ruido político

Este miércoles asumirán tres nuevos ministros en el gobierno de Raúl Jalil, en una movida que marca una renovación dentro del gabinete provincial. Se trata de perfiles jóvenes, con experiencia previa en áreas técnicas o de gestión, y que llegan sin generar mayores ruidos internos ni externos. Incluso entre los sectores críticos del oficialismo, no hay objeciones marcadas sobre estas incorporaciones.

Nicolás Rosales Matienzo, abogado catamarqueño, dejará el Ministerio de Gobierno, Justicia y Derechos Humanos para hacerse cargo de la cartera de Educación. Su paso por el área política le dio visibilidad dentro del gabinete, aunque su perfil se mantuvo más ligado a lo técnico. Su llegada a Educación genera expectativa, sobre todo por tratarse de un funcionario que no proviene del ámbito pedagógico tradicional y que podría traer una mirada diferente a la gestión educativa.

Fernando Monguillot, quien se desempeñó como secretario de Gobierno en la Municipalidad de la Capital, será el nuevo ministro de Gobierno. Fue uno de los funcionarios que enfrentó con firmeza al gremio del SOEM, liderado por Walter Arévalo, en medio de duras negociaciones salariales y conflictos por condiciones laborales. Su paso por la gestión municipal dejó una impronta de orden y decisión, y ahora se espera que esa misma línea se traslade a la órbita provincial.

En tanto, Leonardo Ceballos asumirá como ministro de Producción, luego de haber sido parte del equipo técnico en esa misma área. Su ascenso parece apuntar a una continuidad más que a una ruptura, y su nombre no despierta resistencia.

En conjunto, los tres nuevos funcionarios representan una camada diferente a la élite con la que Jalil comenzó su mandato. No son figuras de alto perfil ni de peso político propio, lo que para algunos es una señal de apertura y para otros, simplemente una decisión pragmática. Por ahora, incluso entre los más críticos, no hay cuestionamientos fuertes: son nombres que generan poco rechazo y, al mismo tiempo, traen aire nuevo a una gestión que busca reacomodarse.